Las proteínas son esenciales para el mantenimiento de nuestros músculos, lo que produce una mayor quema de calorías. Su déficit o exceso puede ser perjudicial para nuestra salud.
Tenemos que ser conscientes que más, no siempre es mejor. En el caso de la proteína, un exceso de la misma puede provocar problemas en el hígado y los riñones.
Muchos entrenadores y preparadores deportivos creen que el exceso de proteínas se traduce en mejoras para el entrenamiento deportivo y el desarrollo muscular. Actualmente el colectivo científico no ha demostrado hasta la fecha que dicho exceso proteico beneficie durante el entrenamiento.
Las proteínas son usadas por el organismo para la formación de tejidos y la recuperación de los mismos.
Necesitamos proteínas para encontrarnos fuertes y saludables. Si no ingerimos suficientes proteínas, nuestro organismo las robará de nuestros músculos y órganos, originando pérdidas en el músculo y flacidez.
Las proteínas también juegan un papel energético, pero mucho menos importante que el de las grasas o carbohidratos.
Los atletas o aficionados al deporte, como por ejemplo personas que practican fitness y culturismo, tienen necesidades proteicas superiores a la media. El consumo de proteína por kilo de peso a de ser superior puesto que es necesaria para la construcción y recuperación muscular.
Como mínimo, una mujer de peso medio necesita unos 100 gr. de proteína al día y un hombre unos 150 gr. de proteína al día. Estos valores corresponden a personas con una actividad normal y realizando una dieta equilibrada.
En el caso de personas que sufren un desgaste superior de proteína, necesitarán más cantidad de la misma para cubrir sus necesidades musculares.
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Distribuye tu consumo de proteína de modo que te ayude a recuperarte de los entrenamientos, consumiendo después de entrenar un "tentempié" que contenga carbohidratos y proteínas, por ejemplo un sándwich de pavo con alguna pieza de fruta.
También es importante ingerir proteínas en el desayuno para frenar la destrucción de tejido muscular provocada por la falta de alimento durante las horas de sueño.
Recurre a fuentes de proteínas bajas en grasa, como atún o pechugas de pollo o pavo. Las barras proteicas y los batidos también son de gran utilidad en algún caso extremo donde no podamos o no tengamos tiempo de preparar alguna comida. Nos pueden salvar en algún apuro, pero no abusemos de ellas.
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